La toxina botulínica tipo A o botox, como es más conocido por su nombre comercial, ha experimentado avances como tratamiento para el rejuvenecimiento de la piel a través de los años a partir de su aprobación en el campo estético en 1989 por FDA (US Food and Drug Administration) con la marca que sigue siendo líder y por lo que obtuvo su nombre comercial por parte de Allergan.
Esta técnica no invasiva ha ganado popularidad debido a su eficacia en la reducción de arrugas y líneas de expresión.
El botox funciona bloqueando temporalmente las señales nerviosas que provocan la contracción muscular, lo que suaviza y relaja las arrugas faciales. Los últimos desarrollos en la investigación han llevado a mejoras en la precisión, duración del tratamiento y obtener beneficios no solo en arrugas de expresión sino también en embellecimiento. Ahora, los profesionales pueden aplicar el botox de manera más específica, permitiendo resultados más naturales y adaptados a las necesidades individuales de cada paciente.
Con el paso del tiempo hemos observado un aumento de la cantidad de marcas que producen este medicamento pero desgraciadamente sin la misma seguridad que nos ofrecen las marcas de renombre internacional por lo que te sugerimos no dejarte llevar por ofertas que no tengan respaldo por un dermatólogo ya que te acercarás a efectos adversos no deseados o a que solo gastes tu dinero sin tener efectos benéficos.
No cuenta con tiempo de recuperación y una vez conocida la mejor dosificación personalizada con tu dermatólogo, las siguientes sesiones de mantenimiento son procedimiento rápidos que puedes realizar cada 4 a 6 meses; y esto hace que el botox siga siendo una opción atractiva para quienes buscan rejuvenecer su apariencia sin someterse a cirugías invasivas.
En resumen, los avances en el uso del botox para el rejuvenecimiento facial ofrecen resultados más personalizados, duraderos y con menos riesgos, consolidando su posición como una opción líder en el mundo de los tratamientos estéticos no quirúrgicos.